Viajar es marcharse de casa, es dejar los amigos, es intentar volar, volar conociendo otras ramas recorriendo caminos, es intentar cambiar.
Gabriel García Márquez
¿Dónde naciste y quienes fueron tus padres?
Nací en Bruselas, Bélgica, el 26 de agosto de 1914 en Ixelles, un suburbio ubicado en el sur de dicha ciudad. Mis padres fueron Julio José Cortázar y María Herminia Descotte. Aunque ellos eran de nacionalidad Argentina nací en Bruselas porque mi padre era funcionario y agregado comercial en la embajada de Argentina en Bélgica.
¿Dónde pasaste tu infancia?
Debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, mi familia y yo tuvimos que salir de Bélgica; fue posible llegar a Suiza gracias a la ascendencia alemana de mi abuela materna, después viajamos a Barcelona donde estuvimos hasta 1918 cuando finaliza el conflicto bélico. Posteriormente regresamos a la tierra natal de mis padres. Así que la mayor parte de mi infancia la viví en Banfield, al sur de Buenos Aires. Mi padre por motivos que desconozco se fue de la casa. Crecí en compañía de mi madre, mi tía y Ofelia (mi única hermana). Mi salud era frágil y una sensación de tristeza me acompañaba. Por lo tanto pasaba mucho tiempo en cama, así que los libros fueron mis compañeros, mis confidentes y amigos. Mi madre fue mi guía para recorrer los parajes literarios ya que me ayudaba a seleccionar los títulos. A los nueve años ya había leído a Julio Verne, Víctor Hugo y Edgar Allan Poe. Era tan impetuoso mi vínculo con la lectura que podía pasar horas en la cama leyendo, mi mamá se preocupó tanto que le preguntó al médico si era normal que yo leyera de manera infatigable.
¿A qué te dedicaste cuando vivías?
Fui escritor, traductor y maestro normalista. En Chivilcoy impartí clases de literatura en una Escuela Normal. También residí en la ciudad de Mendoza (provincia de Argentina) para enseñar literatura francesa en la Universidad Nacional de Cuyo. Pertenecí a una generación literaria que pasó a la historia con el nombre del Boom latinoamericano y fui parte de una generación de escritores portentosos que permitieron que la literatura hispanoamericana tuviera una presencia esplendente en el escenario de las letras universales. Entre mis compañeros de Generación se encuentran: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, los mexicanos Juan Rulfo, Carlos Fuentes y mi compatriota Jorge Luis Borges, entre otros. Como escritor incursioné en los siguientes géneros: relato corto, la prosa poética, la narración breve y la novela. Mis obras fueron traducidas a varios idiomas. Mi obra más famosa fue Rayuela. Fui un escritor prolífico así que les mencionaré sólo algunos de los libros que publique: La vuelta al día en ochenta mundos (1967), Historias de cronopios y de famas (1962), Un tal Lucas (1979). En noviembre de 1974 me otorgaron el premio Médicis étranger por el Libro de: “Manuel”, el dinero que gané lo doné al Frente Unificado de la resistencia chilena.
Trabajé en la Cámara Argentina del Libro. Escribí para diversas revistas culturales de Buenos Aires, como Cabalgata y Sur en las que cultivé la crítica dedicada a la literatura y al cine. Inspirado en mí experiencia en el Tribunal Russel escribí el comic: Fantomas contra los vampiros multinacionales, que fue editado posteriormente en México. Grabé poemas y cuentos, escribí letras de tangos y textos para libros de fotografías e historietas. También tuve una gran pasión por la música, así que grabé en Alemania con el bandoneonista Juan José Mosalini.
¿Por qué decidiste salir de Argentina, y a qué país emigraste?
Porque a finales de los años 40 la situación en Argentina para los intelectuales era difícil por las asiduas intervenciones de la dictadura peronista. La situación se tornó insufrible para quienes no compaginábamos con el sistema. Con inmensa tristeza decidí preparar mis maletas y emigrar hacia París. Afortunadamente en 1951 conseguí una beca que me dio la posibilidad de trabajar como traductor en la UNESCO, institución en la que laboré hasta mi jubilación. El 24 de julio de 1981, el gobierno socialista de François Mitterrand me otorgó la nacionalidad francesa, pero nunca perdí la argentina. De hecho regresé a mi país natal (Argentina) en 1983.
¿Nos podrías compartir algunos de los lugares que conociste?
Estuve en Cuba en 1962, este viaje despertó en mi un compromiso social para ser partícipe del activismo político. Posteriormente viaje a Chile para asistir a la ceremonia de la toma de posesión como presidente, de Salvador Allende. También estuve en Nicaragua para apoyar al movimiento sandinista. En 1976, viaje a Costa Rica donde me encontré con Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal. También estuve en España y Suiza pero la ciudad que me abrazó hasta el final de mis días fue Paris. En 1975 viajé a los Estados Unidos invitado por la Universidad de Oklahoma. Allí impartí una serie de conferencias sobre literatura latinoamericana y compartí reflexiones sobre mi propia obra. En el mismo año, estuve en México para ser parte del Tribunal Helsinki, que se ocupaba de los juzgados de lesa humanidad contra Chile y otras dictaduras latinoamericanas; aproveché mi estancia en dicho país para vacacionar en las hermosas playas de Zihuatanejo en compañía de mi esposa Carol Dunlop. Regresé a México el 3 de marzo de 1983, para impartir una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ante un generoso público de aproximadamente cinco mil estudiantes.
¿Por qué escogiste Paris como lugar de residencia permanente?
Me enamoró porque: “Uno cree conocer París, pero no hay tal; hay rincones, calles que uno podría explorar el día entero, y más aún de noche. Es una ciudad fascinante; no es la única… Pero París es como un corazón que late todo el tiempo; no es el lugar donde vivo; es otra cosa. Estoy instalado en este lugar donde existe una especie de ósmosis, un contacto vivo biológico. Yo digo que París es una mujer; y es un poco la mujer de mi vida…”
¿Alguno de tus libros está vinculado con un viaje real y no ficticio?
Si el libro titulado:” Los autonautas de la cosmopista”. Lo escribí en coautoría con Carol Dunlop (mi tercera pareja sentimental y mi segunda esposa) quien era fotógrafa de profesión. Este libro significó el testimonio de nuestro amor y nuestra complicidad por los ideales que compartíamos. Ambos anhelábamos la libertad, la justicia y nos mostrábamos optimistas pese a las heridas provocadas por el egoísmo que impera en la humanidad. En este libro relatamos el viaje que realizamos en una combi Volkswagen roja, denominada Fafner como el dragón de Wagner, por la Autopista del Sur, partiendo desde París rumbo a Marsella, durando 33 días. Carol y yo comparamos este viaje como los que realizaron Cristóbal Colón o Marco Polo. Recorrimos cerca de ochocientos kilómetros- sin abandonar bajo ningún concepto la autopista y visitando dos paradores por jornada. En el momento que emprendimos el viaje ambos padecíamos enfermedades terminales. Fue una aventura impregnada de romanticismo y de una felicidad indescriptible, que se extinguiría anticipadamente ya que mi querida Carol falleció tiempo después. Con su partida me dejó a cuestas la tarea de editar y organizar las líneas de un proyecto que escribimos producto de nuestro amor.
¿Dónde decidiste que te enterrarán?
Fallecí el 12 de febrero de 1984 a causa de la leucemia, a los 69 años, en el hospital de Saint Lazare en París. Fui enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la misma tumba donde yacía mi amada Carol. Desde que fallecí se hizo costumbre dejar sobre mi lápida objetos como: billetes de metro con una rayuela, un libro abierto, flores; así que si vas a Paris puedes dejar en mi tumba lo que tu imaginación de dicte.
¿Qué les dirías a tus lectores de otros tiempos?
¡Que preparen su maletas y recorran los lugares que visité para reconstruir la ruta Cortazariana y al hacerlo; seguramente podrán imaginar que se encuentran con alguno de mis personajes, mis delirios, mis lágrimas y mis sueños.
POSDATA AL LECTOR: Queridos amigos, estas entrevistas las denomino apócrifas, porque es una manera de aproximarnos mediante la imaginación que podemos conversar con personajes de todos los tiempos, cuando viajamos.