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Si tuviera que resumir mi vida en pocas palabras, les contaré que con 26 años y luego de haber recibido mi título de abogada, agarré mi mochila y partí de viaje por tres años.
Claro… debe tener mucho dinero para financiar un viaje de tres años por el mundo dirá usted.
Y es que no, no tengo una cuenta bancaria con muchos dólares o euros, o un padre millonario que me envía dinero todos los meses.
Soy parte de un fenómeno mundial, jóvenes que decidimos darle un cambio completo a nuestras vidas y abandonar la rutina pre-establecida por la sociedad y que hemos dejado todo para aventurarnos a lo desconocido.
¿Suena increíble, cierto? En seguida te cuento cómo.
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Existen muchas alternativas para viajar por el mundo, en esta nota hablaré de las migraciones temporales, sin embargo los trabajos voluntarios son otra manera de explorar el mundo a tu manera, y a muy bajo presupuesto (ya les contaré sobre eso próximamente).
La visa working holiday, a la que he tenido acceso gracias a que mi país Chile, cuenta con buenas relaciones bilaterales con muchos países alrededor del mundo, abrió un sin número de posibilidades de viajes para mí. Gracias esta visa pude migrar temporalmente a Nueva Zelanda y trabajar legalmente durante un año.
Durante mi año en Nueva Zelanda, trabajé recogiendo fruta, empacando pescados en una fábrica y como criadora de terneros en un rancho ganadero. De abogada con traje pasé a ser temporera, obrera y granjera, y déjame decirte que ha sido la mejor experiencia de mi vida.
Nunca se llega a conocer tanto un país, como cuando se vive y trabaja en uno. Vivir como un local más y sobre todo llegar a conocer en primera persona los problemas sociales de la clase trabajadora, abrió mis ojos al mundo de verdad.
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¡Pero no todo fue trabajo! Gracias a todas esas horas bajo el sol y a los incansables turnos de doce horas en la fábrica de pescado, logré juntar el dinero necesario para cumplir mis sueños de viajes. Durante siete meses, y junto a mi mochila, me marché al Sudeste Asiático y a Europa. Me propuse seguir viviendo cada día como si fuera el último, a disfrutar de las cosas simples de la vida e increíblemente descubrí que para viajar no se necesita mucho más que las ganas de descubrir y que, dejarte sorprender, es el nuevo elixir de la juventud.
Cada ¡Guauuu! ¡wooow! ¡Increíble! ¡Maravilloso! que mi boca pronunció, me dieron más fuerza y empuje para continuar con mi aventura.
Y bueno, ¡pasó que me quedé sin dinero! Sin embargo, algo mucho más poderoso que el dinero había crecido en mí durante todo ese tiempo. No podía quedarme en un solo país ¡había mucho por descubrir! y yo, ya con 28 años no quería dejar ninguna oportunidad pasar.
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Nuevamente gracias al convenio working holiday entre mi país y Canadá, me aventuré a las tierras del ártico en abril del año 2014. Trabajé limpiando casas particulares, de recamarista en un hotel y de garzona en un café. La historia se repitió a mi favor, y gracias al dinero que logré ahorrar, emprendí un viaje por carretera alrededor de las rocosas canadienses (Rocky Mountains) y la región de la Columbia Británica (British Columbia). Volé hasta México, hoy me encuentro escribiendo esta nota desde el caribe, preparándome para partir a Guatemala la próxima semana.
En resumen, viajar para trabajar ha resultado ser una experiencia fantástica para mí, ¡y lo puede ser para tí tambien! Abre el buscador de información en tu ordenador e investiga que convenios working holiday existen entre tu país y el país que quieras visitar. Si no existe ninguno, llama a la embajada respectiva e infórmate sobre qué oportunidades de migración existen. Suscríbete en foros y grupos. Únete a millones de jóvenes que tienen sed de conocer el mundo, y verás como todo es más fácil de lo que parece.
Sígueme en el blog “Voy y Quizás Vuelvo” para más detalles de aventuras y viajes.
¡Sé el cambio que quieres ver en este mundo. Buenos viajes para tod@s!
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