Por naturaleza, los hombres, gustan de ver cosas nuevas y de viajar.

                                                              Plinio el joven (Escritor Romano)

Cabalgar, viajar y cambiar de lugar recrean el ánimo.

                Séneca (Escritor Latino)

 

El origen etimológico del vocablo viaje proviene de la palabra viatge, que nace del término latino vía, que puede traducirse como: camino o vereda.

Viajar significa dejar nuestro lugar de residencia permanente, para descubrir lugares, sabores y costumbres distintas. Para quienes sienten una pasión desbordante por viajar  y para aquellos, que nunca lo han hecho; Heródoto representa una inspiración a seguir. Heródoto nació en Halicarnaso (el lugar que lo vio nacer actualmente es una ciudad turca del Asia Menor). Provenía de una familia aristócrata, sin embargo debido a las discrepancias con el gobierno en turno; se exilió  temporalmente en  Samos, cuidad que después abandonó, para participar en la sublevación contra el tirano Ligdamis.

Heródoto conoció en la ciudad de Atenas a Sófocles, el magistral poeta que cultivó  la tragedia como forma de expresión estética,  con él entabló una amistad entrañable. También en Atenas conoció a Protágoras quien acaudillaba la trasformación de la vertiente sofista. Su estancia en dicha ciudad le permitió contemplar con trasparencia la situación sociopolítica del momento.

Su idealismo y su  avidez por recorrer lugares diferentes lo alentaron a participar en  el año  de 444, en la fundación de la colonia de Turios, (en el sur de Italia) en dicho lugar, decidió establecer su hogar.  Su postura política siempre estuvo encauzada contra las posturas tiránicas de los gobiernos. Luchó hasta al final de sus días  a favor de la libertad y la justicia social. Heródoto veía en cada viaje la oportunidad de nutrir y llevar a cabo sus ideales.

Cicerón lo consideró el padre de la historia, ya que su obra permitió que tengamos referentes de una de las más relevantes civilizaciones de la antigüedad: la griega clásica. De sus obras sólo sobrevivieron hasta nuestros días, sus Historias, clasificadas posteriormente en nueve volúmenes. Cada uno de los títulos de los diversos tomos, llevan el nombre de una musa. Los cinco primeros libros describen los aspectos de fondo de las Guerras Médicas; los cuatro aluden a la historia al momento bélico, que finalizó con el relato de la invasión de Grecia por el rey persa Jerjes, y los grandiosos triunfos de los griegos en Salamina, Platea y Micala.

Todos sus viajes eran guiados por la avidez por cultivar el intelecto y los valores éticos. No se dejó intimidar por las fronteras idiomáticas ni geográficas. Tenía una sed infatigable de abrevar del conocimiento de otras culturas. Esto le permitió recorrer: Egipto, Libia, Asia, los diversos lugares que abarcaban la Grecia Continental y  numerosas islas del Egeo y  Sicilia. También conoció Fenicia y Mesopotamia.

Así que preparemos nuestras maletas con Heródoto y al igual que él, tengamos el deseo de conocernos, a través de otros paisajes, aromas, bebidas, comidas  y costumbres. Viajemos, contemplemos otros parajes, otros vientos. Sigamos la ruta de Heródoto para revivir su memoria. Pero antes de iniciar nuestro viaje; guardemos en nuestro equipaje un cuaderno de notas, para escribir las experiencias inolvidables que seguramente viviremos.

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